domingo, 24 de abril de 2016

Poema Intermezzo de Medardo Ángel Silva

Intermezzo
(Medardo Ángel Silva)


La seda de tus lánguidas pestañas
a proteger tus ojos descendía,
ante la encantadora bicromía,
de las aristocráticas arañas.

Un solemne mutismo de campañas
al Vesper, nuestras almas invadía;
y, de súbito, habló la melodía
con un dulzor de pastoriles cañas...

Para escucharla, se detuvo el viento...
la maga caricia de su acento,
vibró tu carne de escultura, viva;

la noche se durmió en tu cabellera
y, besando las lilas de tu ojera,
se perfumó una lágrima furtiva...

domingo, 17 de abril de 2016

Poema Palabras de Otoño de Medardo Ángel Silva

Palabras de Otoño
(Medardo Ángel Silva)



Guárdate tus sonrisas: mi corazón hastiado
como fruto en sazón, a la tierra se inclina;
la senda ha sido larga, amiga; estoy cansado
y quisiera gozar de mi hora vespertina.

Odio aquellos amores de folletín: mi herida
no mendiga limosnas de piedades ajenas;
yo tengo una tragedia y se llama Mi vida;
para escribirla usé la sangre de mis venas.

Mi otoño anticipado me vuelve reflexivo;
me encuentras casi triste, sereno, pensativo,
no siento las delicias del flirt, es la verdad.

Mi espíritu se orienta hacia la eterna aurora,
hasta que la clepsidra de Dios anuncie la hora
de ser con mi señor para la eternidad.

domingo, 10 de abril de 2016

Poema Romanza de los Ojos de Medardo Ángel Silva

Romanza de los Ojos
(Medardo Ángel Silva)


Cálido estío de tus grandes ojos.
Negras flores, de selvas encantadas,
que abre la reina de los claros ojos,
el alba de las manos sonrosadas.

Lámpara astral de tus miradas puras.
Pálida luz de sol convaleciente
que cuida, bajo sus dos alas puras,
un rubio serafín adolescente...

Otoño triste de tus ojos dulces.
Crepúsculos de seda y pedrería:
que cierra el soplo de tus labios dulces
tu sacra hermana la Virgen María.

domingo, 3 de abril de 2016

Poema Divagaciones Sentimentales de Medardo Ángel Silva

Divagaciones Sentimentales
(Medardo Ángel Silva)



Princesa de los ojos floridos y románticos
que vierten una suave luz purificadora,
por quien deshojo todos los lirios de mis cánticos
y hay en mis negras noches esplendores de aurora;

sé que tus manos leves no estrecharán las mías,
ni probarán mis labios lo dulce de tu boca;
que por el lago azul de mis melancolías
no pasará tu esquife blanco de reina loca:

y, sin embargo, te amo desesperadamente
y como un ciego voy tras tus amadas huellas;
o elevo mis canciones, como un niño demente
que alza las manos para alcanzar las estrellas!

Toda mi inútil gloria no vale lo que el oro
de tu risa o un rayo de tu mirar profundo.
Mujer -carne de nardos y de estrellas, tesoro
celeste que ilumina la conciencia del mundo.

Tú, que haces florecer jazmines en el lodo,
y siendo fuente humana das el divino verso,
tienes por arma el llanto, la risa, el beso, todo
lo fragante y lo puro que tiene el Universo!...

Mujer, Diosa o Esfinge, mi corazón quisiera
ser una roja adelfa a tu seno prendido
que tu boca -rosado vampiro- me sorbiera
la nostálgica y pura fragancia de mi vida!

Como esos monjes pálidos de que hablan las leyendas,
espectros de las negras crujías conventuales,
yo quiero abandonar las escabrosas sendas
en que urde el Mal sus siete laberintos fatales.

Encerraré en un claustro mi dolor exquisito
y a solas con mis sueños cultivaré mis rosas;
mi alma será un espejo que copie lo Infinito,
más allá del humano límite de las cosas...

Tal ha de ser mi vida de paz... hasta que un día,
en la devota celda, me encuentren los Hermanos,
moribundo a los pies de la Virgen María,
teniendo tu amarillo retrato entre mis manos!