domingo, 25 de diciembre de 2016

Poema Ego Sum de Ernesto Noboa y Caamaño

Ego Sum
(Ernesto Noboa y Caamaño)


Amo todo lo extraño, amo todo lo exótico;
lo equívoco y morboso, lo falso y lo anormal:
tan sólo calmar pueden mis nervios de neurótico
la ampolla de morfina y el frasco de cloral.

Amo las cosas mustias, aquel tinte clorótico
de hampones y rameras, pasto del hospital.
En mi cerebro enfermo, sensitivo y caótico,
como araña poeana, teje su red el mal.

No importa que los otros me huyan. El aislamiento
es propicio a que nazca la flor del sentimiento:
el nardo del ensueño brota en la soledad.

No importa que me nieguen los aplausos humanos
si me embriaga la música de los astros lejanos
y el batir de mis alas sobre la realidad.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Poema Aria de Olvido de Ernesto Noboa y Caamaño

Poema Aria de Olvido
(Ernesto Noboa y Caamaño)


Mi corazón es como un cementerio
que pueblan las cruces de lo que he perdido...
¡ lo que no ha sepultado el Misterio,
va teniendo que hacerlo el Olvido!

Fraternal cariño que hoy se pudre inerte,
ternuras lejanas, pasión extinguida;
a los unos, los segó la Muerte,
a los otros... los mató la Vida.

¡La vida que ofrece tenaz y alevosa
la miel en el fresco labio sonriente;
la muerte que llega, dulce y cautelosa
con su paso humilde de reina haraposa
a darnos su beso de paz en la frente!

¡Ya todos sois idos, todos estáis yertos,
rostros bondadosos, labios compasivos;
llevadme vosotros, corazones muertos,
que me despedazan corazones vivos!

Mi alma está poblada, como cementerio,
con las negras cruces de lo que he perdido;
¡lo que no ha sepultado el Misterio
va enterrando, piadosos, el Olvido!

domingo, 11 de diciembre de 2016

Poema Rosa de Francia de Ernesto Noboa y Caamaño

Rosa de Francia
(Ernesto Noboa y Caamaño)


Francesita adorable de los locos excesos,
de los labios en llama y las carnes en flor,
de las crueles caricias y los sádicos besos
y los muslos sapientes en batallas de amor!

Roja flor del divino paraíso vedado,
inconstante y traidora como una ola de mar,
que sabes hacer dulce el sabor del pecado
y derrochas el vino del amor... sin amar.

Las palomas de Venus se embriagan de fragancias
al deshojar tus pétalos!... dulce Rosa de Francia!
y así adornas la senda que perfumó Ninón,

embrujando a la Vida y engañando a la Muerte
sin sentir las espinas con que hiere la suerte
ni la inútil tristeza de tener corazón!...

domingo, 4 de diciembre de 2016

Poema Nocturno de Ernesto Noboa y Caamaño

Nocturno
(Ernesto Noboa y Caamaño)


El jardín está inmóvil bajo el beso de plata
de la luna que riela sobre las mustias flores
que escuchan vagos ecos de una tenue sonata
que solloza el recuerdo de unos tristes amores.

No se rizan las aguas de la verde laguna,
no se mueven las hojas del mezquino frondaje;
mis ojos están ciegos de claridad de luna
y mi alma es un pedazo de alma del paisaje.

Las áureas notas ciegas de la sonata triste
producen en mi alma esa divagación
que precede al olvido de todo cuanto existe
para escuchar la eterna verdad del corazón.

Y el corazón me dice: "Escucha la elegía
de mi otoño que llora la ausente primavera;
murieron los rosales que en mi jardín había,
y sobre mis escombros solloza una quimera".

Y siento la nostalgia de lo que fue. El recuerdo
de pretéritas dichas lejanas y brumosas
y las angustias de hoy en que solo me pierdo
por esto la senda que hollan cadáveres de rosas.

Una cabeza rubia cerca de mí; una mano
delicada y nerviosa temblando entre las mías;
un ramo abandonado sobre el negro piano
guardador de inefables secretas armonías.

El tenue claro-oscuro del salón... Las ternezas
de la postrera noche de risas y cantares;
después... adioses, besos, suspiros y promesas,
un barco amarillento perdiéndose en los mares...

Hoy mancho con la sombra de mi melancolía
este blanco sendero que perfumó tu huella:
¡cuán lejos de tu vida va pasando la mía
con la desesperanza de no encontrarte en ella!

Por estas mismas sendas nuestras sombras macabras
tal vez mañana crucen noctívagas y errantes;
y entonces sólo el viento oirá nuestras palabras,
como en aquel Coloquio de las Fiestas Galantes.

El jardín viejo y mustio bajo el beso de plata 
de la luna que riela como manto de olvido,
escuchando las notas de esta triste sonata,
por soñar con tu sombra, se ha quedado dormido...