domingo, 26 de junio de 2016

Poema La ronda de noche de Medardo Ángel Silva

La Ronda De Noche
(Medardo Angel Silva)


Rueda como una lágrima en la atmósfera fina,
la voz del campanario antiquísimo: la una…
y su eco pasa, leve como una ave marina,
sobre los techos blancos de escarcha de la luna.

Finge una lanzón la antigua torre de San Alejo,
a cuyo extremo brilla, temblando una estrellita…
húmedos callejones… Casas de tiempo viejo,
con ventanas que el viento, como un ladrón, agita…

Una copla canalla tiembla en el aire puro…
guiña un farol, su guiño se refleja en el muro
y hace mayor el duelo de los sucios portales…

El paso de la ronda se pierde en la calleja
y el rumor de las ramas, en la penumbra, deja
épicas remembranzas de días coloniales.

domingo, 19 de junio de 2016

Poema El alma en los Labios de Medardo Ángel Silva

El alma en los labios
(Medardo Ángel Silva)


A mi amada

Cuando de nuestro amor la llama apasionada
dentro tu pecho amante contemple ya extinguida,
ya que solo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes, me arrancaré la vida.

Porque mi pensamiento, lleno de este cariño,
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo.
Lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme, soñando en tu acento de arrullo.

Para envolverte en besos quisiera ser el viento
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento
para poder estar más cerca de tu boca.

Vivo de tu palabra y eternamente espero
llamarte mía como quien espera un tesoro.
lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero
y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.

Perdona que no tenga palabras con que pueda
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, Amada, y en tus manos de seda
¡dejar mi palpitante corazón que te adora!

domingo, 12 de junio de 2016

Poema La Investidura de Medardo Ángel Silva

La investidura
(Medardo Ángel Silva)


Si, inspirado por Hari, tu espíritu se deleita
con la voluptuosidad literaria, si el arte de los juegos
de amor suscita tu curiosidad, entonces, escucha,
suaves, fáciles, adorables, esta serie de palabras...
Jayadeva (El Gita - Govinda)


Fue en un poniente mágico de púrpura y oros:
con música de brisas en los pinos sonoros,
rítmicas desfilaban las horas, al ocaso,
tal una ronda griega cincelada en un vaso;
un terciopelo verde parecía la pampa
y el cromo era lo mismo que una eglógica estampa.

Escuchaban los valles la Palabra Infinita
con que Él habla a las cosas:
a las humildes yerbas, a las rosas,
al león de aceradas zarpas
y al Viento que sacude la orgullosa floresta
y dirige en las sombras la polífona orquesta
del bosque, en un concierto de medio millón de arpas...

¿Cómo me hallé de súbito en la selva -que fuera,
por lóbrega y sin rutas, hermana de la obscura
selva que Dante viera -?
Yo no sé. Como un niño temblaba de pavura;
en mis carnes hundía sus ventosas el Miedo,
tal un informe pulpo. Llegaba hasta mi oído
un confuso remedo
de llanto, de blasfemia y de rugido.

Mil insectos charlaban en gangosos dialectos,
y, al desplegar la seda de sus galas,
eran en la penumbra los insectos
piedras preciosas con alas.

Flexibles bayaderas fingían las exóticas
flores, de cuyos pétalos obscuros
se exhalaba un aliento de fragancias narcóticas
que a las bestias sumían en ensueños impuros.

En el ambiente cálido, como un remordimiento,
se escuchaba el reptar de invisibles gusanos;
-un rumor de fermento,
que a las bestias sumían en ensueños impuros.

Las lianas se envolvían a los troncos macizos,
desplegando en sus curvas femeniles hechizos,
dando a sus movimientos perversas inflexiones
y simulando, en torpes convulsiones,
los lúbricos espasmos del Deleite...

Y eso, a una lumbre lívida de lámpara de aceite,
tomaba ante mis ojos aspectos inauditos
cuando, como un relámpago miré pasar tropeles
confusos y oí los rudos gritos
con que azuzaban en el bosque oculto
sus ágiles lebreles
los manes de la Envidia y el Insulto...

Pero triunfó mi espíritu en la artera emboscada
y arrojé, como un lirio sobre un agua estancada,
sobre ellos la silente piedad de una mirada.
Y, tal un Amadis de la moderna Gesta
seguí, bajo el asombro mudo de la floresta...

Oh! entonces contemplaron mis; ojos extasiados
la sacra maravilla del rostro de la Diosa
y viéronla mis locos sentidos prosternados
con la diadema augusta sobre la frente rosa.

Tenía en sus pupilas toda sabiduría,
de sus manos brotaban los designios eternos,
como un ave en su nido la sagrada Harmonía
residía en sus labios. Su mirada vertía
luz en los tenebrosos ventisqueros internos!

Oh, celeste prodigio! De fulgores solares
tejió el Supremo Numen su inmaculada veste.
Sus senos- palpitaban como tranquilos mares
de pentélico mármol. ¡Oh, prodigio celeste!

Y en el aire sutil su acento indescriptible,
su voz, como no oyeran nunca oídos mortales,
vibró tal un milagro de dulzura imposible
en un triunfal repique de sonoros cristales:

Lírico adolescente, vé a cumplir tus empeños;
que tu espíritu sea una candente pira;
musicaliza tus ensueños;
sé divino por el alto don de la Lira.

En el rosado cáliz que áureas mieles rebosa
da de beber a tu alma sedienta de ideales;
Psiquis es una mariposa
que, al revolar, se posa
sobre la carne rosa de las rosas carnales!

Sé ingenuo, como el agua de las puras cisternas
o el remanso que copia todo el celeste cielo;
y así verás triunfar la aurora de tu anhelo
y será tuyo el reino de las cosas eternas.

Y salvarás las duras verdades metafóricas
del hondo abismo de Ti mismo
y escucharás las claras músicas pitagóricas
desde la noche de tu abismo...

La fuente de Hipocrene surte dentro de ti;
duerme Pan en el pecho noble del adanida
auscúltate en la sombra, mírate, lee en Ti;
como en un libro abierto de Verdad y de Vida!

Calla al interrogante del Porvenir que ofusca,
yérguete alto y sereno en la gracia del día
rosa;
y en toda cosa,
eternamente busca
la Harmonía, la Harmonía, la Harmonía!...".

Así dijo la Diosa...
En éxtasis devoto
mi espíritu escuchó la divina enseñanza...
Al levantar los ojos, miré el encanto roto:
la visión se esfumaba en la azul lontananza.

La selva parecía un corazón inmenso,
los dulces frutos de oro lloraban ambrosía
respiraba la Tierra un como leve incienso.
Yo estaba de Ti lleno, augusta Poesía!

Entre los arabescos de las ramas floridas,
en que el rocío era un diamantino lloro,
estaban las estrellas esparcidas
como un reguero de átomos de oro.

Y, al estrellar sus ímpetus en rocas,
para delectación de la floresta,
el río completaba aquella orquesta
de ramajes, de brisas y de bocas!...

La absorta muchedumbre desde entonces me ha visto
-los ojos encendidos por la sagrada fiebre,
la frente coronada de espinas como Cristo,
las manos temblorosas de melenudo orfebre-
desdeñando las fútiles cosas del Universo,
consagrar mi existencia al apolíneo rito;
así tiene mi vida la harmonía de un verso
y es rítmico sollozo lo que naciera grito.

E indiferente al Tiempo y al Dolor peregrina
por la ignorada senda mi espíritu romero,
mientras, en la asechanza en la sombra asesina,
vanamente me envía sus flechas el Arquero!

domingo, 5 de junio de 2016

Poema Ojos Africanos de Medardo Ángel Silva

Ojos Africanos
(Medardo Ángel Silva)


Ayer miré unos ojos africanos
en una linda empleada de una tienda
Eran ojos de noche y de leyenda
eran ojos de trágicos arcanos...

Eran ojos tan negros, tan gitanos,
vagabundos y enfermos, ojos serios
que encierran cierto encanto de misterios
y cierta caridad con los hermanos...

Ayer miré unos ojos de leyenda
en una linda empleada de una tienda
ojos de huríes, débiles, huraños.

Quiero que me devuelva la mirada
que tiene su pupila apasionada
con el lazo sutil de sus pestañas.