domingo, 30 de abril de 2017

Poema Rosa Lírica de Arturo Borja

Rosa Lírica
(Arturo Borja)


Para Laurita Sánchez

Prenda sobre tu seno esta rosada rosa,
ebria de brisa y ebria de caricia de sol;
para que su alma entera se deshoje amorosa
sobre la roja y virgen flor de tu corazón.

Tu hermana Primavera cante un aria gloriosa
ensalzando tus quince años en flor;
y las Hadas, en coro, celebren la armoniosa
gracia de tu mirada de luz y de fulgor.

Que el Ideal te guíe por todos tus caminos,
él, a su vez, guiado por tus ojos divinos
y que anide por siempre en tu alma el amor.

Para que sea tu vida bella como la rosa
rosada y perfumada que se muere amorosa
sobre la roja y virgen flor de tu corazón.

domingo, 23 de abril de 2017

Poema Para mí tu Recuerdo de Arturo Borja

Para mí tu Recuerdo
(Arturo Borja)


Para mí tu recuerdo es hoy como una sombra
del fantasma que dimos el nombre de adorada…
Yo fui bueno contigo. Tu desdén no me asombra,
pues no me debes nada, ni te reprocho nada.

Yo fui bueno contigo como una flor. Un día
del jardín en que solo soñaba me arrancaste;
te di todo el perfume de mi melancolía,
y como quien no hiciera ningún mal me dejaste…

No te reprocho nada, o a lo más mi tristeza,
esta tristeza enorme que me quita la vida,
que me asemeja a un pobre moribundo que reza
a la Virgen pidiendo que le cure la herida.

domingo, 16 de abril de 2017

Poema Visión Lejana de Arturo Borja

Visión Lejana
(Arturo Borja)


A Ernesto Noboa

¿Qué habrá sido de aquella morenita,
trigo tostado al sol -que una mañana-
me sorprendió mirando a su ventana?
Tal vez murió, pero en mí resucita.

Tiene en mi alma un recuerdo de hermana
muerta. Su luz es de paz infinita.
Yo la llamo tenaz en mi maldita
cárcel de eterna desventura arcana.

Y es su reflejo indeciso en mi vida
una lustral ablución de jazmines
que abre una dulce y suavísima herida.

¡Cómo volverla a ver! ¿En qué jardines
emergerá su pálida figura?
¡Oh, amor eterno el que un instante dura!

domingo, 9 de abril de 2017

Biografía de Arturo Borja

Biografía de Arturo Borja


Arturo Borja fue descendiente directo de Juan de Borja y Enríquez de Luna, III duque de Gandía y Juana de Aragón y Gurrea; el primero, nieto del Papa Alejandro VI (Rodrigo de Borja); La segunda nieta del rey Fernando II de Aragón, descendiente de los reyes de Navarra y la corona de Aragón.

Nació en Quito en 1892, treceavo de una larga familia de dieciséis hermanos formada por el ilustre jurisconsulto Dr. Luis Felipe Borja Pérez y por su cónyuge y prima hermana Doña Carmen Amelia Pérez Chiriboga.

Tuvo una niñez tranquila pero no feliz, con sus padres y numerosos hermanos, en la casa que ocupaban en la Loma, debido al carácter obsesivo de su padre, quien vivía pendiente de trabajos y horarios fijos y usaba férrea disciplina, que fue reprimiendo el desarrollo de su personalidad.

Esto convirtió al joven Arturo en un ser muy especial, proclive a sufrir depresiones, que casi siempre constituyen el camino más directo al suicidio, esto pudo haber influido en su final repentino y dramático.

Un día sufrió una lesión en el ojo derecho, que se hirió casualmente hincándose con la pluma con que escribía. En 1907 viajó a París en busca de un tratamiento.

Hasta 1908 anduvo con una venda negra puesta en los ojos, lo que aumentó su autismo, pues a veces se comportaba alegre y sociable y en otras triste y melancólico cambiando sin causa válida o aparente; pero llegó el tiempo de su mejoría y aprovechó para seguir un curso de la literatura en Francia, que a principios de siglo era rica y abundante.

Dotado de una gran sensibilidad, dominó rápidamente la lengua francesa.

En poco tiempo el contagio de los poetas simbolistas fue total. Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Samain, Rimbaud y otros, influyeron grandemente en su corta obra.

Entonces fue como sus sentimientos de juventud empiezan a tornarse melancólicos y el deseo morir era cada vez más fuerte.

A su regreso a Quito en 1909 se puso a la cabeza de toda aquella juventud que se sentía atraída por la literatura e hizo amistad con Humberto Fierro, Ernesto Noboa y Caamaño (estos dos poetas, junto con Borja y Medardo Ángel Silva conformarían la generación decapitada), también se hizo amigo de Isaac J. Barrera, Francisco Guarderas y César Arroyo.

Aparte de los franceses, Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez serían las influencias hispanas de este grupo.

Medardo Ángel Silva, aunque no lo conoció personalmente, sí profesó una gran admiración por él, dedicándole un poema de su libro El árbol del bien y del mal.

Se dice que, de escasos diecisiete años, era con sus amigos extremadamente alegre y de agudo ingenio y vivió épocas de intensa bohemia. De ese período es su poema "Madre Locura.

En otra ocasión quiso sujetarse a una labor disciplinada y se comprometió a servir de director de la hoja literaria del periódico "La Prensa", era leído con avidez por los jóvenes y hacía brotar la sonrisa de los redactores serios. Sobre todo había uno sabihondo que mantenía largas discusiones literarias y gramaticales. 

En cuestiones gramaticales Borja era un adversario formidable, pero despechado de la incomprensión literaria de su contendor, abandonó el puesto.

En 1910 tradujo “Les chants de Maldoror” del Conde de Lautreamont, que publicó en la revista “Letras”, que él editaba. Sus expresiones literarias siempre tenían un fuerte dejo de tristeza.

Algunos de sus versos se convirtieron luego en hermosos pasillos.

Posteriormente, en abril de 1912, muere su padre, dejándole como herencia ocho mil sucres, con lo que no se ve obligado a trabajar. Arturo Borja, decide dejar de trabajar, para hacerlo por gusto propio y continuó sólo con las crónicas que publicó en la Revista Letras y en alguna otra publicación.

Se dedicó a tener una vida bohemia con sus amigos. Decía que cuando el dinero se le terminara, acabaría con su vida. Dichos comentarios fueron tomados por sus amigos como una simple broma. Y a pesar de que nadie se lo creyó, fue el indicio de la pauta descriptiva de cómo sería su fin.

Sin embargo, hay serias sospechas que el joven Borja había comenzado a inyectarse morfina imitando a Ernesto Noboa y Caamaño desde cuando dispuso del dinero de la herencia, pues antes no había contado con los medios necesarios para costearla.

Pero el joven corazón de Arturo Borja, en pocos años pasó de las alegres ilusiones juveniles a la desesperante melancolía que tradujo a sus composiciones. Anhelaba la muerte.

Su vida, breve y precoz, se había hundido en profundo pesimismo, nostalgia y tristeza, ya que anhelaba el ambiente intelectual de una Francia a la que, bien sabía, no le sería dado volver.

El 15 de Octubre de 1912, a los 20 años, contrajo matrimonio con Carmen Rosa Sánchez Destruge, hija de Don Modesto Sánchez y Carbo y de Carmen Rosa Destruge e Illingworth, a quien dedicara los poemas “Por el camino de las quimeras” y “En el blanco cementerio”.

Fueron a pasar su luna de miel a una de las haciendas cercanas a Guápulo, donde estuvieron dos semanas completas.

Poco después, a los 14 días de haber llegado a Quito, el 13 de noviembre, logró concretar el cometido que para sus amigos siempre resultaba ser una broma, con tan solo 20 años, Arturo Borja, murió tras una sobredosis de morfina.

Entonces se comentó que ambos habían hecho un pacto de autodestrucción, que a última hora ella no cumplió, pero logró ocultar todas las evidencias y se hizo aparecer su muerte como un colapso, para evitar el escándalo social y cultural, que de todas maneras se produjo, pues la gente adivinó el drama enseguida.

Debido a su muerte prematura, sus obras artísticas son muy escasas, no obstante, son precisas para establecer la calidad del poeta.

En el campo cultural legó 28 poesías, que fueron publicadas después de su muerte y que se convirtieron en un ejemplo del modernismo literario de su país.

En agosto de 1920 tres jóvenes artistas, que habían sido amigos suyos, los pintores Nicolás Delgado, Antonio Bellolio y Carlos Andrade Moscoso, emprendieron la tarea de editar su producción -28 poemas solamente- bajo el título de "La Flauta de Ónix", en la imprenta de la Universidad Central, en 60 páginas ilustradas con dibujos de mérito de los artistas referidos.

Sus 20 composiciones y 8 poemas conforman “La flauta de Onix”.

Es recordado en Ecuador como el primer poeta que agitó en los albores del siglo XX la bandera de un nuevo estilo de hacer poesía.

Su poema Para mí tu recuerdo fue musicalizado, como pasillo, por el compositor Miguel Ángel Casares Viteri. Siendo interpretado por notorios vocalistas como Carlota Jaramillo y Bolívar “El Pollo” Ortiz.

Poema Obsesiones: I Del Claustro de Ernesto Noboa y Caamaño

Obsesiones: I Del Claustro
(Ernesto Noboa y Caamaño)


En su celda el abad combate el celo
de la impulsión sexual; los himnos rojos
de la sangre enardecen sus antojos
con las maceraciones del flagelo.

Víctima de la fiebre, en su desvelo
desmesuradamente abre los ojos,
y ante la imagen de Jesús, de hinojos,
alza el monje sus brazos hacia el cielo;

y con el pensamiento siempre fijo
en la contemplación del Crucifijo
yace abismado en su plegaria muda;

mas de pronto se yergue porque ha visto
que la silueta trágica de Cristo
toma el perfil de una mujer desnuda.

domingo, 2 de abril de 2017

Poema A Arturo Borja de Ernesto Noboa y Caamaño

A Arturo Borja
(Ernesto Noboa y Caamaño)


La golondrina canta. ¡El poeta está muerto!
¡Oh, qué dulzura tiene el viento vespertino!
Parece que una inmensa flor azul ha entreabierto
su cáliz que perfuma lo eterno y lo divino.

Juan Ramón Jiménez


Para tu corazón que se consume
bajo tierra, como una inmensa rosa
hecha de amor, de sueño y de perfume,
trémula, sensitiva y melodiosa

se haga mi llanto luz. Y en esta hora
en que enmudece el labio dolorido,
se haga también de música sonora
para herir el silencio del Olvido.

Se unieron nuestras almas cierto día,
al fulgor de un crepúsculo abrileño,
por la santa virtud de la Poesía,
en el dolor, la duda y el ensueño.

Juntos seguimos la agostada senda,
entre sombras y cieno y aspereza,
y juntos aportamos nuestra ofrenda
de amor, ante el altar de la Belleza

¡cuántas veces tu mano bienhechora
que corona la angustia de la vida!
¡cuántas veces tu mano bienhechora
supo enjugar la sangre de mi herida!

Y cuántas, al sentir que de veneno
me llenaba un dolor que nada ensalma,
purifiqué mi corazón de cieno
en la castalia lírica de tu alma.

¡De qué vale llevar una ansia viva
de fe y amor y ser sincero y fuerte,
si la vida es tan sólo una furtiva
lágrima, en las pupilas de la Muerte!

Sólo he quedado en el sendero, hermano;
tú, abandonaste el duro cautiverio
por descorrer el velo de lo arcano,
sediento de infinito y de misterio.

Mi corazón, aislado, te reclama
ya que sus hondas penas compartiste,
siempre dando la lumbre de tu llama
y siempre noble y luminoso y triste.

Dolor, sueño y canción: tal la extinguida
llama en que ardió tu espíritu sediento,
sufrir, soñar, cantar: tal fue tu vida,
gris de dolor y azul de sentimiento.

Como una hostia, hacia Dios siempre elevaste
tu espíritu: la fe dormía en tu pecho;
y al desplegar las alas, exclamaste:
anima mea, fíat lux!... La luz se ha hecho.

Yo haré de mi alma una orientada perla
de llanto; y en la noche silenciosa
iré, doliente y trémulo, a verterla
como tributo póstumo en tu fosa.