domingo, 26 de agosto de 2018

Poema Balada de la noche de Humberto Fierro

Balada de la Noche
(Humberto Fierro)


Los mundos que en lo infinito
graban como caracteres
luminosos, de la noche
la poesía solemne;
las montañas mayestáticas
cubiertas de hielo siempre,
como aras de la luna
que eleva el Omnipotente;
los mares que en los peñascos
rompen en salvas perennes,
y explayan desde los siglos
sus olas que mansas duermen;
Los abrazados desiertos
que cruza el león rugiente
sobre civilizaciones
que descansan en la muerte;
los países populosos
de los Papas y los Reyes;
las comarcas de las selvas
y las regiones de nieve.
Todo el Cosmos es la patria
sus límites y solemne,
como barca vagabunda
de un disperso continente.

domingo, 19 de agosto de 2018

Poema Del Mes de María de Humberto Fierro

Del Mes de María
(Humberto Fierro)


La tarde era jazmines
o un sueño de begonia,
y evocaba los jardines
colgantes de Babilonia...

La campana dolorosa
que esparce golondrinas,
borró esa soñadora
visión de bailarinas.
La iglesia rusticana
tenía el aire denso
y una dulzura arcana
las hijas del incienso.
Y niños de un cuento de Perrault, allí
cantaba la gracia de la Mere Marie.
Florecía en rosas su canto infantil.
uniendo al melodío su salmo de abril.
Y esperé la salida, soñando en un rondel
que dar a los cabellos que son color de miel...

Pasaba la fortuna
con su floridas huellas,
seguida de Pierrot,
y se bañó la luna
y lágrimas de estrellas
la iglesia de Corot.

domingo, 12 de agosto de 2018

Poema Mariposas de oro y de nieve de Humberto Fierro

Mariposas de oro y de nieve
(Humberto Fierro)


Nacía Primavera
la reja del Oriente
abría dulcemente
la aurora del Amor
y un coro de alegría
loaba mil detalles,
las hijas de los valles
y el néctar de la flor.

Se iba Primavera,
se iba el triste Otoño
que el último retoño
mustiaba en el alcor;
y las fuentes crecidas
bajaban del Octubre
con carcajada lúgubre
al valle del dolor.

domingo, 5 de agosto de 2018

Poema Tierra Alta de Humberto Fierro

Tierra Alta
(Humberto Fierro)


Tarde.

El paisaje de selvas y peñones
cruza un vuelo de cóndores nevados,
que hacia los horizontes incendiados
se funde en tenebrosos nubarrones.

Y el cerro colosal que en los pedrones
afianza sus témpanos rajados,
vierte un río de gritos desolados
en el vórtice de hondas atracciones.

De repente, un picacho desprendido
baja a los arenales, rumoroso
como un tropel inmenso de corceles.

Muere el día. Un venado sorprendido
abandona el barranco pedregoso...
y el agudo ladrar de los lebreles.


Crepúsculo.

Han callado los mirlos. La infinita
melancolía de la tarde quieta
se entra en el alma, como en la ancha grieta
el agua que la peña precipita.

Hace frío, y en torno a la casita
casi nublada de la loma escueta,
cada alondra parece una saeta,
y el rosado del cielo se marchita.

El viento arrecia. Los caballos hinchan
sus narices y soplan y relinchan
hacia el bajío de la tierra maga...

...Y la luz tiene algo de piadosa:
parece una mirada cariñosa,
una mirada que al morirse embriaga...