Lobos de mar
(Ernesto Noboa y Caamaño)
(En Bretaña)
Crepúsculo del puerto. Sobre los malecones
de la dársena, envueltos en un polvo sutil,
entre cuerdas y fardos, mástiles y lanchones,
a la luz indecisa del cielo opaco y gris,
ágiles y robustos los marinos bretones
alistan a la nave que se apresta a partir,
entre risas jocundas y gritos y canciones
-esas canciones tristes de este dulce país-.
Sus mujeres ayudan a la ruda faena,
y una de ellas da el pecho, fuente de vida llena,
a un bello infante rubio, fresca rosa carnal,
que, como en una clara visión de su destino,
¡torna sus glaucos ojos de futuro marino
y se queda escuchando la promesa del mar...!
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