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(Humberto Fierro)
Son las tardes de zafiro
que idealiza el plenilunio,
¡hermosas tardes de junio
de hálito como un suspiro!
Tan azules que en las sumas
claridades de los cielos,
son los montes terciopelos
suspendidos en las brumas.
Y el Poniente, todo brillo,
se desangra en amapolas,
propicio a las barcarolas
como un otoño amarillo...
Pensativo en mis ayeres
muchas veces, como antes,
he buscado esos instantes
en la barca de Citeres.
Mas de esa época florida
sólo quedó la tristeza
que deshoja la Belleza
en la copa de mi vida.
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