Serenata de Pierrot
(Humberto Fierro)
Una romanza de oro te prometía
como con un divino violín de Hungría
y sin tristeza
ser el Anacreonte de tu belleza.
Pero los tiempos cambian, la golondrina
emigra a otras playas,
diosa ambarina;
el arte martiriza los corazones,
se vuelven tristecías las ilusiones;
apenas insinúan una sonrisa
los labios misteriosos de Monna Lisa,
y quedan en la noche de los pesares,
los pesares que alivias con tus azahares...
Hoy que la sangre hierve con el falerno
y llegan los Heraldos con el invierno,
¡Diosa ambarina
de mis amores,
son mis recuerdos una sordina
morosa y triste de ruiseñores!...
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