Cabalgata bélica
(Humberto Fierro)
Entre las arduas sierras andinas
marchas forzadas, marchas cerúleas
¿quién no ha visto al amor de la Historia
a Bolívar guiando sus Héroes?
¡Sudor y hierro, fríos crepúsculos!
El sol occiduo besa a los débiles,
los remisos, y pone en las cumbres
una tierna mentira de oro...
Y en los remansos del rumor bélico
se ablanda el ceño del Héroe Epónimo
victorioso, aclamado por vírgenes
coronadas de encina y de hiedra.
Tal le admiramos, y en las borrascas
todos sus triunfos de las Repúblicas,
como cuando volaba a Angostura
a dar cuenta gentil al Congreso.
Diga su nombre la Musa cívica
nunca son vanos nuestros torneos,
saludando a la América hermosa
que abrevó su caballo divino.
¡Ah, que no fuera su sueño espléndido,
ah, que no fuera su espada heráclida
y el destino de la Gran Colombia
se perdiera en la noche radiosa!
Los padres-ríos en triunfo síguenle,
el Tequendama lanza un son hímnico,
y en las astas del toro de Europa
se pasea una fúlgida estrella...
Como él un día honró en Bárbula
el corazón de Girardot,
en la urna preciosa; los pueblos
guardarán su recuerdo y su gloria.
Amada España: si voló el Cóndor
de la melena de tu cantábrico,
podéis verle en el puro infinito
sobre el mayo sin fin de los Héroes!
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